jueves, 1 de octubre de 2009

Ser feliz es una obligación, por eso no lo soy


'Tienes que ser feliz'. Me lo llevan diciendo tanto tiempo que finalmente lo he tomado como una órden. Nadie acepta el hecho de que, por un motivo u otro, no pueda serlo, y ¿tan malo es? Yo opino que no.

Los días en los que, sea por lo que sea, solo me apetece quedarme encerrada en mi cuarto y no salir de allí no son los peores días de mi vida; podría decir, incluso, que son los mejores: sin preocupaciones, sin nadie que me agobie, pudiendo hacer lo que me gusta a mi antojo... La soledad no es tan mala, a mí me gusta en algunas ocasiones, pero no podría vivir en ella por siempre.
Cada vez que no respondo a un 'qué tal' con un 'bien' la respuesta acaba siendo que TENGO QUE estar bien. Vale, tener que implica obligación, así que ¿tengo la obligación de ser feliz? Toda mi vida me han obligado a ir al colegio, a estudiar y a sacar buenas notas, a ser cordial con los que lo son conmigo, a tener respeto a mis padres y otro sin fin de cosas... Pero nunca se me ha dicho que ser feliz es una obligación.
No quiero decir que no deseo ser feliz, no, es una de las cosas que más ansío del mundo, pero no de esa manera.
Por decirlo de alguna manera estoy en la edad 'rebelde', 'del pavo', o como lo quieras llamar. A todos nos gusta hacer las cosas 'prohibidas' y no hacer las que son obligadas en todas las edades, pero teniendo 15 años esto es aún más atractivo. Así que si me obligáis a ser feliz, voy a hacer todo lo contrario, porque nunca me han gustado las ataduras, la falta de libertad de elegir y mucho menos las obligaciones.


No voy a ser más feliz porque se ejerza más presión sobre mí para ello, así que dejadme conmigo misma, que siempre he salido de todo airosa y esta vez no va a ser menos.

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